Valor social de la fe.

Desde el inicio de la conciencia social del ser humano, éste necesitó creer en algo; un algo que fuera capaz de responder preguntas inexplicables, otorgara fortaleza, permitiera aceptar en paz las adversidades, le diera certeza ante lo desconocido, le permitiera que el valor y el arrojo se adueñaran de su ser para lograr lo imposible e increíble.

Un algo, cuya única mención infundiera éxtasis , devoción, dirección y conmoviera hasta el ser más incrédulo; un algo que le garantizara poder y autoridad sobre sus semejantes, los mismos que se unían en fraternidad y adoración entorno a un símbolo, un sentimiento, una ilusión, una imagen, un ser humano igual a ellos, pero que se pensaba facultado con capacidades y hasta con poderes especiales que le permitían ser diferente a los demás. Poder que, sin importar quién, era otorgado por una entidad que se encontraba en un lugar perfecto, ubicado entre las nubes, en una suerte de paraíso celestial con visión íntegra del mundo y los millones de habitantes en él.

Al transcurrir el tiempo, la creencia de ese algo superior, se fue transformando en estructuras, con la aparición de mitologías, dioses, tríadas, profetas, mesías, ciencia… separados y a la vez unidos en religiones y conceptos. Cada país, cada cultura, cada forma de organización social, creó una manifestación de él. Ocurrió la división entre la certeza de lo que no se ve y la explicación de las magnitudes físicas, antropológicas y sociológicas del ser humano.

Ese algo se nombró como fe y a  medida que la humanidad avanzaba con los años, tomó una nueva definición, se corrompió con altas dosis de fanatismo, irrespeto, estafa, falsedad e ignorancia. El ser humano comenzó a crear cultos, sectas y cualquier «organización» con tintes en común, pero con finalidades diversas.

Cambió la configuración a su brújula interior, desvirtuó su propia fe y esencia, de manera consciente o carente de ella. Más allá de las religiones, el ser humano alejó la fe en su estado puro y real, para colocar en su lugar creencias que le dieran sensación de poder, control, influencia y superioridad ante los otros, regresó al tribalismo ritual, mezclándolo con esoterismo, dando como resultado una dudosa aplicación de la moral y la ética dentro de su desenvolvimiento en la sociedad.

La fe quedó relegada al perímetro interior de los templos religiosos, en una eterna pelea y discusión irrespetuosa con la ciencia, a ser una excusa para que seres humanos atacaran y agredieran a otros en defensa de un dios. La fe comenzó a ser ceremonias y tradiciones. La fe se volvió un discurso retórico y vacío. La fe dejó de ser quien era, la fe comenzó a borrarse del lugar que ocupaba en el alma humana.

Se limitó a creer que la única relación de ésta con el ser humano, es por un vínculo con alguna religión, cuando la verdad es que abarca mucho más que un templo, una religión, una doctrina o un dogma; la fe cuenta con un profundo valor y responsabilidad dentro de los miembros de una sociedad. Ella determina cuán intenso es el nacionalismo de un país o cuán real es la disposición de sus ciudadanos de aportar en beneficios para el desarrollo de su espacio. Sin fe no se puede lograr empresas, consideradas en un primer momento como, complicadas o imposibles, con ella se puede hacer uso consciente de los recursos con los que se cuentan para lograrlo, el impulso interior para empezar y la determinación constante hasta alcanzar el objetivo planteado.

Al principio, cuando la «nada» rodeaba todo, la curiosidad por saber más sobre su entorno y la fe de creer que había algo más allá de las limitaciones que podía mostrar la visión humana primitiva, hizo posible el avance de la humanidad y la formación de estructuras sociales. La desvirtualización de la fe, forma parte de la misma corrupción interna del ser humano, su apatía por una modificación de su zona de confort, o el pensamiento, idea o convicción de que hay muros infranqueables que nos impiden ver más allá, cuando la realidad es que no son más que barreras creadas por nosotros mismos, al sentarnos en espacios que se encuentran por debajo de nuestras capacidades; una vez que nos pongamos de pie, podremos ver con mayor claridad que ese llamado interior, que esa fe de que las cosas son mejores y más claras sigue ahí, existe y es real.

Limitar la fe a espacios, y creencias ha hecho que la misma capacidad y formación humana se haya limitado. El ser humano es una dualidad de pensamiento crítico y alma inmortal, requiere de la formación de ambos, en equilibrio, para poder avanzar en armonía con su entorno y sus compañeros. El valor e importancia social de la fe, radica en el aporte y determinación social de las individualidades; la ausencia o corrupción de ella en los miembros de una sociedad trae consigo un reflejo negativo en la moral y ética de los individuos que en conjunto forman el todo. La absoluta relevancia y control de la fe sobre la sociedad, trae consigo la epidemia difícil de erradicar conocida como: fanatismo. Todo lo que necesita el ser humano debe estar en justo equilibrio, pues ejemplos históricos han demostrado que cuando se han dado valor a los extremos, siempre han traído con ellos atraso, tragedias,  y episodios que la humanidad quisiera se tratasen de ficciones.

El apoyo al desarrollo humano a través de sus capacidades, el impulso social de un proyecto de emprendimiento, el sentido espiritual de contemplar con el alma un amanecer, el creer que se puede volver a construir desde los escombros, la convicción demostrada de grupos unidos por un mismo propósito llevan consigo a la consecución de objetivos, son demostraciones de la fe intrínseca en el ser humano. El ser humano necesita creer en ese impulso, en esa llama interna, en esa intuición de que las cosas resultarán como se espera. El ser humano trae consigo la llave para solucionar sus diferencias y construir un mundo mejor. Solo debe colocarse de pie y darse cuenta que los muros no existen, darse cuenta que las barreras que le impedían ver las circunstancias con una luz diferente, se debía a que se encontraba sentado por debajo de su nivel.

Pongámonos de pie, apartemos los prejuicios, y los aspectos negativos que nos hacen creer superiores a otros, reencontremos en nosotros mismos la flama de la humanidad, esa fe que nos permitirá, definitivamente, crear lo que realmente nos ha correspondido, desde nuestros inicios y que tantas veces como resultado de la sumatoria de individualidades, nos hemos negado. Estamos a tiempo para ello.

Gracias, muchas gracias.

Florencia Marcano Salazar.

@FlorMarSal 

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La Educación y El Futuro(II).

La educación -al igual que la paz-, no debe ser utilizada como discurso o propaganda, la educación es un compromiso con el futuro, que, como todo compromiso, se honra con hechos. Queremos saber cuál o cómo será el futuro de nuestra nación, prestemos atención a cómo se desarrolla la educación en todos los niveles formativos y conseguiremos interesantes respuestas, así como oportunidades para corregir lo que esté mal o reforzar y ampliar lo que esté generando resultados positivos.

La educación, es la mejor manera de comprender el mundo que nos rodea y a la vez, es la mejor forma de crear cambios en él. Si la educación de un país es deficiente y no se encuentra entre las prioridades, entonces puede vislumbrarse que el futuro de esa nación será sombrío y poco productivo; en cambio si la educación -en todos sus niveles- está enfocada a la proactividad y la excelencia en todas las áreas posibles de desarrollo, podemos tener total seguridad de que será un futuro de esplendor y progreso lo que le espera a esa nación. He ahí la importancia de invertir esfuerzos en ésta relación de aprendizaje de doble vía, porque todo el que enseña, aprende, así como todo el que aprende también enseña. Es una relación donde cada uno debe hacer su parte, su esfuerzo para obtener los resultados deseados y planteados.

Nos encontramos en el siglo XXI, siglo conocido con el subtítulo de “Era de la información y la comunicación”, es incomprensible como aún hay niños y jóvenes sin las oportunidades para cambiar su vida de manera pacífica y positiva a través de la educación, así como tampoco se puede comprender, cómo es posible que las dinámicas y sistemas educativos han evolucionado tan poco con relación a los tiempos y a las grandes herramientas que nos ofrecen los desarrollos tecnológicos y de telecomunicaciones, al igual que las fuentes de información. Unir tecnología -en cuanto a la obtención de información- y educación es una de las mejores formas de alcanzar el progreso.

La educación debe acrecentar el deseo de cada uno en encontrar su verdadero lugar en el mundo, su aporte a la sociedad y a su país; la educación debe crear soñadores que impulsen cambios con realidades; la educación debe fomentar sueños que una vez alcanzados, permiten colgar una nueva estrella que seguir en el horizonte formativo de los niños y jóvenes. Las estructuras educativas deben impulsar que cada quien encuentre y despliegue las alas de sus propias capacidades. No se debe nunca “encasillar”, coartar, “etiquetar” o impedir el libre desarrollo de habilidades culturales, científicas, tecnológicas, literarias, y de todas las áreas posibles de estudio; en cambio, de ser necesario, se debe impulsar la creación de nuevas y desconocidas áreas donde exista el interés y el compromiso.

El camino para una sociedad, un país y un mundo mejor es y será siempre la educación, la formación académica y el desarrollo cultural de los ciudadanos. Cada generación enseña a la siguiente, en función a eso enseñemos lo mejor, hagamos la verdadera diferencia y aportemos para transformar el mundo y sus sociedades, orientemos nuestros esfuerzos hacia una educación que evolucione con el tiempo y los desarrollos tecnológicos y científicos, una educación dinámica que no pierda, jamás, su empatía y su sentido humanista.

Gracias. Muchas Gracias.

Florencia Marcano Salazar.

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La Educación y El Futuro(I)

La mayoría de las personas conocemos la importancia de la educación y su determinante valor para el futuro de todo el que tenga acceso a ella, así como para quienes por una u otra razón no cuenten con él. Sin embargo, no pareciera haber acciones más categóricas para garantizar que todos los niños y jóvenes sean beneficiados con este derecho a cambiar y mejorar su presente y sobre todo su futuro.

La educación son las alas que le podemos dar a nuestros niños y jóvenes, para que puedan volar seguros hacia la libertad; es la llave que abre la puerta intangible de posibilidades de ser dueños del destino, de los sueños, de las ilusiones propias y de todos aquellos a los que toquen, con el deseo de enseñarles el camino hacia un mañana diferente y mejor; es la forma más clara de ver y entender el cómo y el porqué del tiempo que se toma cada proceso en materializarse.

La libertad que otorga la educación es la mayor y mejor de todas, la libertad de conocer tu propia esencia, la libertad de pensar, razonar, crear, desarrollar, discernir, cuestionar, resolver y principalmente garantizar procesos de cambios positivos y constantes en las diferentes sociedades. Nadie puede elegir su origen, pero si su futuro; el garantizar una educación enfocada a la libertad y formación del ser para que sea útil a sí mismo y al entorno en donde se desarrolle el individuo, es fundamental para todo país.

La educación se convierte en lámparas que se van encendiendo sucesivamente, mientras más personas son sumadas a ella -y va más allá de su estructura física, que es una parte importante-, la más necesaria es la calidad formativa de los encargados de preparar a los que determinarán el futuro de una nación. La responsabilidad de maestros y docentes, así como la de todos los que han elegido enseñar a otros, abarca moral y ejemplo agregado a lo impartido en aula.

Los representantes educativos moldean, a través de acciones y palabras, a ciudadanos: niños, jóvenes, adultos. El trabajo educativo no queda limitado a clases, conceptos, prácticas, ejercicios, tareas, asignaciones, cuadernos  y pizarras; es una formación integral que luego debe ser reforzada en las familias y entornos. El hecho de que niños y jóvenes pasen la mayor parte del tiempo en centros de formación académica, indica cuán importante y determinante es para una sociedad, tener docentes y maestros cada vez mejor capacitados para enfrentar el reto de enseñar.

Las diferentes dinámicas y técnicas empleadas -y a emplear- deben buscar que los conocimientos formen parte de los estudiantes y no estaciones a las que deben llegar y pasar sin aprendizaje alguno. La educación no se basa en un cúmulo de información y datos depositados en la mente de los estudiantes, no se trata de memorizar para un examen una cantidad determinada de conceptos; si bien, la educación son datos, informaciones, conceptos… la enseñanza debe ser integral, para que el individuo pueda utilizarlos como herramientas en cada paso, escalón y espacio de su vida, mezclándolo con experiencias y situaciones que se presenten en su día a día. Así como un día aprendimos a caminar y nunca lo olvidamos, así debe estar enfocada la enseñanza académica.

Es una tendencia que cada país compare su situación con la de otros países. Si como sociedad decidimos hacer este ejercicio comparativo, hagámoslo con países que han invertido y enfocado su sociedad hacia la educación y el desarrollo cultural, comparemos los resultados de esas sociedades con la de nuestro país, saquemos conclusiones objetivas y sin duda el resultado será: Todo país mejora, cuando su inversión social se enfoca en la formación académica de sus ciudadanos.

@FlorMarSal

En vez de castigarnos, démonos un regalo.

En muchos paises del mundo, especialmente en los de latinoamérica, los ciudadanos no aplicamos, la mayoria de las veces, criterios idóneos para elegir a nuestros representantes en los diferentes cargos de elección popular. Optamos por opiniones sesgadas, partidismo, «farándula», o en algunos casos por oportunismo y hasta por diversión; eligiendo así a quien con total seguridad (o por lo menos con un alto porcentaje de probabilidad) no cumplirá con lo planteado -o prometido- en campaña, suponiendo claro está que haya presentando un «plan» para el cargo a postularse; el mismo porcentaje de probabilidad se adjudica a la posibilidad de que no resolverá ni cumplirá cabalmente con las funciones inherentes al cargo correspondiente.

Si bien no aplica este «criterio» en todos los casos, hay un porcentaje considerable de ocurrencia de estas acciones. Y de ahí provienen y derivan muchos de los grandes problemas sociales, económicos y hegemonías partidistas dentro de las sociedades. Es un error pensar que la política no afecta el desenvolvimiento de la vida de los ciudadanos, también es un error confundir política partidista con las políticas públicas que debe desarrollar y aplicar un Estado en pro de sus ciudadanos.  Últimamente la política se ha degenerado hasta el punto de considerarse como «normales» premisas de «para ser político hay  que ser corrupto» u otra forma de decirlo «político que no es corrupto no es político»; los ciudadanos parecemos no entender que de ese modo, apoyando o justificando ese tipo de acciones, somos igual de cómplices del desmejoramiento de nuestro propio entorno, municipio, estado e incluso país.

Si separamos en este punto a la sociedad entre: ciudadanos y representantes políticos de los ciudadanos, debemos asumir las responsabilidades de ambas partes. Los ciudadanos debemos comprender que elegir el mejor representante político es proporcional al desarrollo de la sociedad en la que estamos, por esa razón es tan importante e incluso vital la correcta elección. No dejarse llevar por promesas de campañas, si no apoyar aquel que demuestre con hechos su trabajo político, su compromiso con la nación y sobre todo comprender que no es mejor candidato aquel que más califique de un modo u otro a sus contrincantes, muy al contrario el mejor candidato es aquel que menos confronta a los otros y más propuestas, hechos y desarrollo muestra para los que realmente estaría destinado a ejercer el poder y la responsabilidad: a los ciudadanos.

Los diferentes candidatos deben comprender que ejercer un cargo de elección popular, pertenecer a un gobierno, los desvincula automáticamente como activistas políticos de un partido y los vincula directamente con TODOS los ciudadanos que estén bajo su responsabilidad en el tiempo de duración en ejercicio. No les responden, una vez allí, a ningún partido, pero si a los ciudadanos, sin distingo. Ejercer un cargo público no es para mejorar «status personal», es una vocación de servicio para, desde esa posición dentro de la sociedad democrática, contribuir con el desarrollo de un municipio, estado y nación. La suma de todas las acciones individuales de los miembros de un país dan como resultado la sociedad que conforman. Son responsabilidades individuales con impactos colectivos.

Se requiere educación, formación y motivación política para ciudadanos y para quienes aspiran y forman parte de la política, enfocada a las políticas públicas y de Estado y alejadas de lealtades a partidos políticos específicos. Pertenecer a un partido político dentro de una sociedad es requisito indispensable para la vida política (aunque todo ciudadano puede ejercer sus derechos políticos sin necesidad de pertenecer obligatoriamente a un partido político), pero si éste interfiere en el real y correcto desenvolvimiento de la sociedad, no está cumpliendo con su verdadera función dentro de una sociedad democrática. Ningún partido político debe ejercer manipulación ni chantaje sobre los ciudadanos, por ningún concepto, razón, motivo o causa. El ciudadano debe ser respetado y sobre todo ejercer su autorespeto.

Como ciudadanos debemos entender y comprender que los políticos que ejercen cargos de elección popular son realmente responsabilidad de nosotros, pues quienes los llevan al lugar en donde se encuentran somos los ciudadanos, una vez que los seleccionamos como nuestros representantes. Comprender eso nos llevará al innegable callejón sin salida que es: la responsabilidad compartida. Cada cargo de elección popular es importante, no existe un único cargo que resolverá todo, de allí que es tan significativo ejercer nuestro derecho al voto en las elecciones, pues nuestro futuro está relacionado directamente con ello.

Saber elegir pasa por el análisis y clara explicación de qué hace quién, la desinformación política y la manipulación a conveniencia de ello, genera también una fuga de conciencia política en los ciudadanos. La política no es un juego, ni algo que deba ser tomado a la ligera, como: «ya voté, ya salí de eso», al contrario en ese punto apenas está comenzando, en ese instante de selección comienza nuestra responsabilidad individual a sumarse a los resultados colectivos. Debemos entender realmente nuestra importancia, relevancia y la trascendencia de ese momento, de esa elección. Un representante político no se elige porque es el que más me agrada, porque pertenece a mi partido, por emocionalidad o porque es el que más publicidad tiene, se elige porque realmente cuenta con los valores, principios, compromiso, responsabilidad y con un discurso más allá de las palabras, porque al verlo actuar, al escucharlo hablar, al constatar los resultados de su gestión me siento representado como ciudadano.

Debemos comprender realmente nuestra responsabilidad social y política, nuestro compromiso con el futuro de nuestro entorno (de lo micro a lo macro); si bien un representante político no es un mago que convertirá a mi sociedad en la imagen de la perfección, si tendremos un considerable respaldo de que en los problemas habrán soluciones, tendremos respuestas, seremos escuchados, atendidos y sin lugar a duda representados. Por eso considero, que antes de ejercer nuestro derecho político, debemos no dejarnos arrastrar por las emocionalidades de las campañas, si no ser analistas, conscientes, sopesar todas las opciones y pensar no en el «cuál me beneficia más en lo particular», si no «cuál beneficia más a TODOS». Debemos comprender que el rumbo de una nación, de una sociedad depende de nuestras decisiones políticas como ciudadanos y debemos comprender también que sin importar el tiempo de duración de un cargo en específico, ese tiempo en el que esté un buen o mal representante significa para la nación un adelanto o atraso que sin duda impactará en el futuro próximo. Pensemos en nuestro futuro, con coherencia, no con inmediatismo. Pensemos en nuestro compromiso con la nación en la que nacimos (o en la que adoptamos como nuestra) y sobre todo en nuestro compromiso social, en nuestra responsabilidad como miembros de ella.

Gracias. Muchas gracias.

Florencia Marcano Salazar

@FlorMarSal

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Los hombres de Estado y la política

La política se ha manejado en los últimos tiempos de manera cada vez más radical, donde los “eruditos” que nunca han ejercido en política ningún cargo, donde primero hayan inscrito su candidatura, creado un proyecto a desarrollar en ese cargo, realizado todo el aparataje -publicitario, debate, mítines y demás- necesarios para garantizar, sino un triunfo cuando menos un buen lugar en los resultados, se creen jueces y verdugos de aquellos que -literalmente- han dedicado su vida a la verdadera política.

Porque la política va más allá de una campaña electoral y el tiempo de duración en ejercicio, y ser un “comentarista político” va más allá de asignarle adjetivos calificativos hacia una u otra opción -y se han presentado casos más radicales que califican de una manera u otra  a todas las opciones- bajo la premisa “es que todos son iguales, y siempre lo serán”. Comportándose como las personas que antes de esperar le sea formulada completamente una pregunta, ya han armado en su mente la respuesta, una respuesta que evidentemente no será la más acertada al no haber escuchado el planteamiento en su totalidad, sino lo que mejor se acomodará a su “respuesta”. Y así quedamos todos sin entendernos, hablando lo que mejor se nos acomode y escuchando sólo lo que queremos.

Todos los miembros de una sociedad tenemos nuestros derechos políticos y de participación en ella de acuerdo a nuestras realidades nacionales, sin embargo para ello se requiere de: Responsabilidad de actos y palabras, buena memoria -o serán otros que le obligan a recordar lo que haya hecho o dicho-, coherencia, madurez, sinceridad, compromiso…

Si se citaran espacios históricos, se tiene que entender que ellos forman parte de la base del presente, pero por mucho que se quiera decir o hacer creer que los sucesos históricos son cíclicos y que por eso los volvemos a vivir: No es cierto. El tiempo, según sea su interpretación, es y será lineal (eterno hacia el pasado, eterno hacia el futuro), por esa razón existen los avances en los diferentes aspectos de la vida. Comparar una lucha del siglo XVIII o XIX con las acciones a tomar en el siglo XXI, sólo demuestran un profundo desconocimiento de los momentos históricos y una significativa falta de preparación para los retos que se deben afrontar en la modernidad.

Asegurar que en un país hace dos o tres décadas atrás protestaron por un motivo de competencia y responsabilidad de los gobernantes y que dos o tres décadas adelante sean otras las generaciones que alzan su voz por el mismo motivo, no significa que “las protestas sean cíclicas”, significa que en veinte y treinta años no se han resuelto esos problemas sociales. Es un llamado fuerte y claro que se traduce en que sociedad y gobierno no se comprenden desde hace tanto tiempo; es un llamado al entendimiento, a la mesura, a la responsabilidad, a la innovación, al cambio, y a que se entienda que mientras “yo político” aspiro a un cargo -esté vacante o no- “yo sociedad” espero a alguien que entienda mi lenguaje y podamos comprender que a través de la política aspiracional a un cargo (por lo general, los pertenecientes a esta opción buscan el de mayor escalafón, aunque sus pasos en la política hayan sido pocos) no se construye un país.

La política debe estar enfocada al servicio social, y no todos tienen esa vocación. No es ser presidente, por ejemplo, por la vanidad y “embrujo” que se crea entorno a ese cargo, si no ser presidente para que concatenadamente, apoyado de la estructura política del país, la industria nacional (pública y privada), la educación en todos sus niveles, la iglesia, la estructura judicial… estén al servicio, desarrollo y atención del bien común de los ciudadanos, esa es la verdadera política; la política que ejercen los Hombres de Estado -que también pueden ser mujeres de Estado-, más allá del género son personas con verdadero compromiso con su país; no del tipo que utilizan un discurso independentista fuera de tiempo, ni una consigna para despertar una efímera efervescencia en ciudadanos cansados o agotados de lo mismo, y es que los hombres de Estado no agitan masas descontentas, no apelan a campañas viscerales o emocionales; lo que realmente hacen es enseñar a los ciudadanos, guiar, liderar, gerenciar, y canalizar el descontento hacia la proactividad y no hacia la autodestrucción ciudadana.

A un hombre de estado no se le encontrara vociferando insultos o acciones en contra de propios y/o extraños, al contrario se le verá convocando al debate, al diálogo, al entendimiento diplomático y de respeto para la solución de los problemas porque conoce muy bien que el país que representa es superior a cualquier otro deseo personal.

Un verdadero hombre de Estado conoce el valor político que tiene el ejercer de manera escalonada poderes, reconoce que todo espacio dentro de la estructura política es importante, no considera que un cargo merezca el desprecio de otro, al contrario son espacios de desarrollo y práctica democrática que garantizan el buen funcionamiento de la nación.

Los verdaderos hombres de Estado saben cómo controlar las situaciones difíciles que puedan presentarse con el suficiente aplomo, entereza y liderazgo como para infundirles a sus ciudadanos la tranquilidad y verdadero control del orden público, que no es a través del desmedido uso de la fuerza pública, si no por medio del entendimiento, diálogo y compromiso. Porque comprende que el futuro es el resultado de la suma de las decisiones de todos en el país.

Son personas que conocen e infunden en sus ciudadanos el sentido democrático de una nación y todas las expresiones posibles que ésta tiene, y una de ellas es no exponer a sus ciudadanos a un peligro evidente que luego disfrace como “paso democrático necesario”. Cuando a los hombres de Estado, en un momento de decisión en favor de la nación y en resguardo de sus ciudadanos, les preocupe más la popularidad en encuestas o la aceptación de un desenfrenado grupo de jueces y verdugos miembros de la antipolítica, ese día demostrará no ser un hombre de Estado. Para ellos, los hombres de Estado, nunca el llamado “costo político” estará por encima de su nación y los ciudadanos.

Lo único “políticamente incorrecto” para los hombres de Estado es mentirle a la nación, utilizar el chantaje para un fin electoral o para mantener la calma en un determinado instante nacional. Los hombres de Estado son los verdaderos líderes, que no esperan serlos para una elección, comprenden que su liderazgo es un compromiso intangible, un acuerdo no firmado, pero que cuenta con gran peso moral porque es con todos los ciudadanos de un país, con quienes confiaron en su opción y con quienes no.

La base de la política de los hombres de Estado es la verdad, aunque ésta desagrade a algunos u otros quieran no escucharla. Posee un alto respeto por la vida, el compromiso con tomar acciones hacia la solución de problemas de desigualdades sociales, tienen claridad de que “yo” se transforma en algo mucho más grande, que es el “nosotros” como nación, ninguna decisión tomada pasa porque lo favorezca en lo individual, sino en lo colectivo y motiva a todos a ver una nueva realidad enfocada en la transformación de aquello que ya no conduce al desarrollo de una nación y sus ciudadanos, esa motivación pasa por los mismos valores y principios adheridos a él: respeto a la vida, compromiso social, solidaridad, sentido de justicia, verdad, trabajo en equipo…

Si la historia a través del tiempo se encarga de juzgarnos a todos, los hombres de Estado siempre son reivindicados por ella, pues sus decisiones tomadas y ejecutadas son las más acertadas, aunque en su momento se crea lo contrario por la efervescencia de la inmediatez de algunos factores.

“Sí ese hombre hubiese tomado la decisión contraria, te aseguro que no la estuviéramos contando”

Aprendamos a reconocer y a elegir a los verdaderos hombres de Estado.

Gracias, muchas gracias.

Florencia Marcano Salazar.

@FlorMarSal

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El significado de medirse en un Referéndum Revocatorio.

Resultar ganador para un cargo de elección popular, es el inicio de una responsabilidad, cuya magnitud varía según el alcance poblacional que generan las decisiones ejecutadas y asumidas. Actualmente, ese detalle se omite o es pasado por alto por algunas autoridades, quienes consideran que resultar electo es obtener poder sobre una población, ejercer controles, haber “ganado una fuente ilimitada o siempre dispuesta de recursos económicos personales” y otras tantas deformaciones del oficio político.

No es que todo político sea corrupto -en su amplitud de concepto y definición-, ni que la política corrompa a algunos, es que muchas veces el ciudadano con su voto, logra beneficiar a la persona equivocada; hay muchos escenarios diferentes registrados en las historias nacionales de todos los países, pero siempre los políticos en ejercicio serán reflejo de su sociedad, pues mas que cuestiona la figura del político  electo se cuestiona a la sociedad que lo eligió.

Un político en ejercicio determinará con sus políticas públicas y de Estado el dia a dia de una nación, aunque a «ti no te guste la política». Aunque se crea ajeno, el desarrollo o atraso de las sociedades democráticas pasan por la política y el elegir políticos que cumplan con sus funciones de manera efectiva pasa por los ciudadanos, es una correlación ineludible. EL mensaje que debe enviar toda sociedad democrática a través del voto debe ser, madurez y consciencia de lo trascendental del hecho de elegir a los representantes de la nación en cada uno de los niveles.

En la Constitución Nacional venezolana, se encuentra un mecanismo de revocación de mandato a todo funcionario que haya sido electo por medio del voto, solicitud esta que pueden hacer los ciudadanos una vez cumplido la mitad del periodo para el cual fue electo el funcionario: Referéndum Revocatorio. Este mecanismo puede considerarse como un modo de rectificación para una parte de los ciudadanos, ratificación para otra y deseo de cambio y alternancia política para otra. Sin embargo, la visión común de un referéndum revocatorio es la de su opinión mediante la trascendental expresión ciudadana democrática, sobre el cumplimiento de las funciones de un político electo y con ello determinar su continuidad o retiro del cargo.

Claramente se puede comprender que mientras más alto sea el cargo a revocar, mayor será el impacto en la ciudadanía y en el ambiente social; y siempre un referéndum revocatorio sería una acción legítima para los ciudadanos y una decisión de autohonestidad para el gobernante, pues debe comprender que cuando los ciudadanos de un país solicitan la activación de un mecanismo semejante, es un evidente llamado de las políticas generales del gobierno en curso no satisfacen las necesidades del país, ni le impulsa al desarrollo y progreso propio de cada nación y tampoco sus ciudadanos ven en ese gobierno el interés, el compromiso ni las acciones para corregir errores y políticas públicas.

Ahora bien, ¿Qué significa medirse en un Referéndum Revocatorio? Existen dos resultados posibles para un gobierno en un escenario como este y en ambos debe existir una auténtica rectificación de políticas de Estado. Ganar un referéndum y tomarlo como excusa para revanchas es una señal de lectura equivocada de los acontecimientos. Sí los ciudadanos de un  país logran cumplir con todos los requisitos solicitados -y en ocasiones creados fuera de lo establecido-, ya es un resultado con mayor peso del que se puede obtener en el proceso electoral derivado. De ganar la opción de continuidad del gobierno no es garantía de apoyo o aprobación absoluta, ese gobernante debe leer en perspectiva real los acontecimientos (desde el punto de solicitud hasta el resultado). Sea cual sea el desenlace de una elección de esa magnitud, se requiere de un profundo sentido democrático, un sincero compromiso con su nación y un desapego al poder, pues más allá del cargo existe un país con millones de vidas que merecen ser respetadas, valoradas y atendidas desde la verdad y desde un genuino sentido social.

En este tipo de procesos electorales, la soberbia y las amenazas, las expresiones y manifestaciones del miedo son las técnicas más desacertadas que un gobierno pueda emplear. Si bien, los gobiernos son conformados por seres humanos, existen dos caras en toda contienda y el que elija hacer carrera política debe comprender que, los resultados se obtienen según el impacto de sus acciones en los ciudadanos, por lo tanto debe tener noción que triunfo o derrota son directamente proporcionales a las responsabilidades de sus actos.

Así como los ciudadanos deben demostrar madurez para determinar su rumbo a través de las expresiones de democracia, el gobierno cuyo mandato haya sido revocado, debe demostrarla en mayor proporción; acciones que se aproximen a la malcriadez solo ratifican que no cuentan con las cualidades necesarias para ejercer el cargo del que, por solicitud de los ciudadanos, ha sido removido.

Gracias, Muchas Gracias.

Florencia Marcano Salazar.

@FlorMarSal.

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No son sólo nueve millones…(II)

«La viveza del venezolano», de la que algunos se enorgullecen, no es más que el vil egoísmo de unos cuantos arropados por la ausencia de justicia, en su auténtica definición y aplicación. El extremo que tomaré en esta ocasión es el de la alimentación. Comer es muy diferente a alimentarse. Una buena alimentación garantiza que el organismo pueda responder de manera efectiva ante cualquier enfermedad o una reacción de manera favorable a cualquier tratamiento médico. Comer no lo garantiza.

 

Hoy en día, el venezolano come. La escasez de productos que garanticen una alimentación balanceada, los índices inflacionarios, el control que toca los límites absolutistas por parte del Estado; control que es sin lugar a confusiones la peor acción, pues ningún gobierno debe, ni tiene que generar controles sobre sus ciudadanos, mucho menos en el área de alimentación; pues gobernar no es mandar, imponer o controlar, cuando se es Jefe de Estado y/o miembro de gobiernos, las funciones de éste se asemejan más al de una Gerencia Empresarial y por ende no puede ni debe dar, imponer o ejercer controles sobre qué, cuándo y cada cuánto los ciudadanos bajo su resguardo comen, y la demostración de la errada lectura de los hechos y medidas a tomar, se evidencia en la excesiva participación de efectivos militares en esa área. Un gobierno debe gerenciar los recursos de forma que generen opciones y herramientas para que el pueblo se desarrolle y progrese de manera positiva, de ese modo garantice su sustento, proactividad, efectividad en los elementos requeridos para tener una buena calidad de vida.

 

Si bien, existen unos factores inflacionarios, baja o casi nula producción nacional, secuelas de los constantes intentos equivocados de políticas públicas y económicas por parte del gobierno (es algo sencillo de comprender: minar las acciones sociales de retórica partidista, de desconocimiento práctico y de desconexión con la realidad, obtienes la gravísima situación actual que vivimos en Venezuela), también debemos reconocer que existe un importante factor social que agrava y recrudece, todavía más, la crisis alimentaria en el país.

 

Los revendedores de productos regulados (bachaqueros), no son una broma, no son consecuencias ni un resultado de la situación país, mucho menos otra manera de hacer comercio, son un grave problema social que está siendo subestimado, pues la conducta de quienes participan en este tipo de acciones puede ser comparada con la ludopatía, sólo que las vidas que ponen en riesgo por su falta de humanidad, de empatía y su excesiva avaricia, son de muchísimas familias, que al no conseguir qué o cómo obtener alimentos ven mermar su calidad de vida, salud y desarrollo.

 

Sólo el que conoce la escasez del alimento, la ausencia del bocado, puede comprender la magnitud de la situación de hambre que existe actualmente y hay que tener una gran empatía para entender el irrespeto como individuo, que representa para el que lo está viviendo el usarlo con fines políticos. Una cosa son las políticas de Estado, las ideas, las propuestas y aportes sociales necesarios para solucionar lo que sucede y otra, diametralmente  opuesta y ofensiva, el politizarlo. Sea quien sea, nadie tiene derecho a eso. La crisis alimentaria es real, no tema para discursos repetidos y vacíos ni para campañas.

 

Las explosiones sociales de saqueos y vandalismo, están siendo, igualmente, leídas de manera equivocada, no son muestras de descontento social, son focos de peligrosa descomposición social. La sumatoria de todos los elementos, nos demuestran que no son sólo nueve millones de venezolanos, somos todos; se requiere de un cambio político, pero también de una profunda y sincera transformación social, porque no es posible ver tantos humanos y tan poca humanidad… y a pesar de ello, nos levantamos cada día con la esperanza renovada de que esto mejorará. Siempre estaremos a tiempo de corregir los errores.

 

Gracias, muchas gracias.

@FlorMarSal

Florencia Marcano Salazar.

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No son sólo nueve millones…(I)

Los países europeos, han vivido, participado, sufrido y se han reconstruido de Guerras mundiales, pero en el caso de América Latina se mantiene y vive en un tipo de guerra distinta, una guerra social sistemática producto de la acumulación y posterior implosión de profundos problemas sociales, que se subestimaron en el tiempo por parte de gobiernos y por todos aquellos organismos con potestad para solucionarlos.

En Brasil, le restaron importancia a una banda delictiva autodenominada «El Primer Comando de la Capital», se transformaron en el peor grupo terrorista de ese país. Pero, el restarle interés a los problemas sociales que están presentes no son únicamente dentro del aspecto de la seguridad ciudadana, se encuentran en todos los elementos de la estructura de una sociedad; mismos elementos que tienden a agruparse en los estratos más bajo y a colocarle la etiqueta de: «Pobreza».

Sin embargo, ¿Cómo podemos definir y subcategorizar a la pobreza?; en recientes sondeos se estima que la pobreza extrema en Venezuela es de poco más de nueve millones de personas. La cifra impacta por sí sola, es una barbaridad,es indignante que en el año 2016 estos números nos muestran un terrible lado de nuestra sociedad, que ha estado presente y que ha aumentado con los años y con la inoperancia, ineficiencia y hasta el desinterés de aquéllos que pudieron evitar que la cifra ascendiera a niveles tan alarmantes.

Pero, no son sólo nueve millones de vidas que están dentro de la categoría «pobreza extrema» lo que heredó el gobierno actual, sino que su poca acertada estrategia de desestimar la realidad colocando nombres rimbombantes a «las soluciones» o problemas, señalando culpables que se acomoden a su discurso; ocultando la basura debajo de la alfombra generó que los microorganismos se reprodujeran y mutaran, comiéndose la esencia de toda sociedad (valores y principios naturales), corrompiendo lo que encuentre a su paso, llegando a normalizar lo ilegal y a deshumanizar a sus ciudadanos.

En el punto en el que se encuentra Venezuela, podemos formularnos muchas preguntas, muy pocas serán respondidas y estas respuestas están plagadas de retórica partidista y modificación, a conveniencia, de la historia nacional. La gravedad y magnitud real de lo que ocurre en el país parece no percibirse en toda su amplitud. La crisis que dejó de estar entorno a nosotros, para absorber nuestra realidad diaria, nos demuestra que no sólo las personas que están dentro del indicador social que tiene la etiqueta «Pobreza extrema» se encuentran en una situación difícil, somos todos los que aquí vivimos y hacemos vida. La escala de «Calidad de Vida» se mantiene en los rangos negativos y es que pobreza no es únicamente la ausencia de alimentos que de por sí ya es bastante grave, sino también la ausencia de oportunidades con la que poder solucionar desde las necesidades hasta los hechos fortuitos que se presenten en la vida, dentro de una estructura social.

Cuando son tantos los indicadores negativos, la reacción principal no debe ser señalar culpables y buscar responsables… ésa es la acción primaria, muy diferente. La reacción debe ser solucionar y contrariamente a lo que se cree no depende de una sola acción ni de una sola persona. Si bien, el cambio político se hace necesario ante la evidente incapacidad del Estado para crear, fomentar y aplicar soluciones efectivas, todo cambio político es insuficiente y corre el riesgo de ser efímero sino viene acompañado de un profundo cambio social, de transformación de visiones y depuración de vicios; pues si bien el grupo de medidas adoptadas por el gobierno con el paso de los años que tienen en el mismo, sólo han llevado al desmejoramiento del país, se debe reconocer, con absoluta sinceridad, la responsabilidad  (lamentablemente, es mucha) de los propios ciudadanos de agudizar aún más la, ya de por si, ardua situación actual.

Es difícil tomar uno de los problemas del país sin que éstos se relacionen entre sí, pues dan la impresión de que todos derivan de un mismo origen y en muchos casos parecen convertirse en uno. En el camino por el cambio, donde todos debemos aportar para que sea efectivo, nos encontramos con los que quieren que ocurra pero para su beneficio sin incluir a los otros; los que esperan que el cambio se produzca espontáneamente, por si sólo, opinión esta que puede ser porque no se comprende lo determinante que es cambiar primero uno mismo o porque se desconoce la posibilidad activa que eso supone y en casos muy específicos los que se encuentran esperando el cambio, y sin embargo se mantienen en total desacuerdo con los demás y con todas las opciones posibles. Esto nos indica que no se trata únicamente de cambiar a…, se trata principalmente de transformar a…

CONTINUA…

@FlorMarSal

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Se hace necesario decirlo>> Fragmentos de “Psicología y canalización del instinto de lucha” del Maestro Luis Beltrán Pietro F.

Buscando libros, entre los muchos que hay, en mi biblioteca familiar, me he encontrado con “Psicología y canalización del instinto de lucha” del Maestro Luis Beltrán Pietro F., de Monte Avila Editores, Edición 1980. El libro nos recibe con una página titulada “Advertencias”, y en particular hay un fragmento, que me tomo la libertad de compartir para la libre interpretacion de quienes lo lean:

 “Se ha venido sosteniendo en Venezuela la teoría del “Gerdarme Necesario”, de la represión brutal, para acabar con lo que se ha dado por llamar la guachafita venezolana. Afirmamos lo contrario: la represión del gerdarme es dañosa, porque impide la evolución gradual de nuestro pueblo, porque crea complejos de inferioridad, el miedo y el odio, que nada construyen y que contribuyen a separar a los hombres. Es necesario decirlo no sea que ahora, cuando las reivindicaciones democráticas tienden a afirmarse, teoricistas interesados o mal intencionados vengan a propiciar la política del plan de machete, de la espada desenvainada, de la dictadura personalista y destructora. Lo que urge es canalizar racionalmente nuestra energía combativa, por medio de una educación del instinto, siguiendo los caminos que señala la naturaleza en la marcha ascendente del espíritu.”

Caracas, Julio de 1936.

Y en otro fragmento podemos leer:

“Además, cuando no hay lo suficiente para satisfacer las necesidades elementales de la población, la lucha por las buenas cosas de la vida se vuelve tan encarnizada que el gobierno democrático, que siempre pide autorrestriciones y tolerancia, se torna imposible, y el despotismo es el único tipo de gobierno que puede funcionar. Pero el poder absoluto crea el peligro de que el déspota lleve a su país a la guerra, para satisfacer su anhelo de poder y gloria.”

Se hace necesario entender los mensajes y a los mensajeros. Siempre es posible evitar un desastre.

Gracias, muchas gracias.

Florencia Marcano Salazar.

@FlorMarSal

A propósito de la JUSTICIA…

En Venezuela, mi país, existen una gran variedad de crisis, afirmo esto con tristeza, esa tristeza que se siente entre el alma y el corazón, ese lugar no definido donde se encuentran aquellas cosas importantes por su incalculable valor, un lugar donde, está en mí,  Venezuela.

Crisis donde ninguna es menos importante que otra y donde desde el Estado no se observan ni manifiestan soluciones de ningún tipo. Pareciera que las políticas de Estado utilizadas van en línea opuesta a los PROBLEMAS REALES, problemas sería la palabra más cercana para definir lo que vivimos.

Entre las crisis que tenemos como país y como sociedad, existe una que tiene gran responsabilidad por lo que deriva socialmente, hablo de la crisis de: LA JUSTICIA. En los últimos años se ha manejado más con motivos políticos o ideológicos,  que con el sentido real que debe tener; lamentablemente esos también existen en la estructura y basamentos de una institución cuya integridad debe ser absoluta y objetiva al considerarse como uno de pilares fundamentales de la sociedad.

A propósito de ésto, quisiera citar tres conceptos con relación a «El Derecho como Norma«*, expresados en diferentes ocasiones por el Dr. Rafael Caldera y que bien cabe recordar ahora, para tomar conciencia de que debemos cambiar aquello que consideramos «deber ser» por un «DEBER HACER«:

» El país ha expresado preocupación y resentimiento por lo que es la altísima función de la administración de justicia, y cada ciudadano siente lo que son sus bienes, lo que es su libertad y quiere que aquellas personas -de cuya actuación depende el que se reconozcan o se violen sus derechos, el que se le garantice o se le prive de su libertad, el que se le considere reo o inocente de un delito-, sean escogidas con la más estricta objetividad y con el mayor propósito de prestar una función recta e imparcial»

                                                                  Rueda de Prensa. 14 de agosto de 1969.

» Si queremos reorganizar las instituciones, quizás la más delicada de ellas sea precisamente el poder judicial. Que se busque la manera de sustraer ese poder judicial a las influencias de las pasiones, de esas pasiones que muchas veces nublan el entendimiento y llevan al hombre a incurrir en hechos de injusticia y violaciones que de una manera serena y ecuánime sería incapaz de realizar. Echemos las bases de un poder judicial genuino, juez es el que dicta la justicia, juez es el que se coloca por encima de las pasiones y de los intereses de los hombres para decidir conforme a la ley quién está ajustado al Derecho y quién infringe las normas de la justicia. Colocar al poder judicial al abrigo o por lo menos tratar de sustraerlo en lo posible de la marejada de las pasiones, sería un servicio incalculable para la República»

Rueda de Prensa. 31 de julio de 1969.

» Tenemos que encontrar el camino para que el derecho sea verdaderamente norma de vida, norma fecunda y plena, factor positivo de transformación de nuestros pueblos, mensaje eficaz de justicia que llegue hasta todos los hombres. Tenemos que encontrar el camino para que la lucha por el derecho se realice dentro del derecho; tenemos que lograr la fórmula para que la renovación de la vida jurídica tenga lugar dentro del ordenamiento jurídico. Esto supone una tarea dura pero hermosa.»

En la XVI Conferencia de la Federación Interamericana de abogados. Caracas, 1° de noviembre de 1969.

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Para reconstruir un país es necesario recuperar y cambiar conceptos fundamentales, que en las instituciones judiciales y en el poder judicial debe prevalecer, que no es más que honrar ese GRAN COMPROMISO como personas, como ciudadanos y como representantes de algo tan importante y valioso como lo es: LA JUSTICIA.

Gracias. Muchas Gracias.

Florencia Marcano Salazar.

@FlorMarSal

* Nota: Conceptos tomados del libro: «Selección de conceptos» del Dr. Rafael Caldera. OFICINA CENTRAL DE INFORMACIÓN/ OCI

Dr. Rafael Caldera (1916- 2009), fue presidente de Venezuela en dos cocasiones: 1969-1974  y 1994-1999.

Dr. Rafael Caldera (1916- +2009), fue presidente de Venezuela en dos ocasiones: 1969-1974 y 1994-1999.

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